Historia Política, Peronismo, Politica

EL FIN DEl MITO DE LA «PRIMAVERA DEMOCRÁTICA CAMPORISTA»

Un mito ha crecido como las enredaderas trepadoras en las filas oficiales. Uno que como todo mito esconde una falacia; una maquinación que remite naturalmente a una visión interesada del pasado y de la realidad. Ese es el mito que el mercenario periodista Barone casi ha destruido con su comentario en el show politico de prime time del canal oficial del Estado argentino.Y de allí el impacto en los ámbitos políticos de opinión publica.

Es el mito de la “primavera democrática Camporista”. La supuesta apertura democrática, que comenzó con varios muertos en la plaza de mayo aquel 25 de mayo de 1973, que continuo con varios activistas muertos en los alrededores de la cárcel de Devoto, y siguió en una escalada de violencia política clasista incesante dentro de una espiral terrorista que aún continua, y que adquiere los modos de la narcopolitica, alentada por la plutocracia del imperio asesino y sus socios sionistas. Terror residual. Miedo al miedo.

Por tanto y del mismo modo en que la violencia política, no comenzó en los días en que los sindicalistas de la resistencia peronista ponían bombas a “los gorilas“; cualquier recorte al respecto es completamente arbitrario. Ideológico. Interesado.

Lo mismo vale decirse acerca de la institucionalidad democrática y las garantías constitucionales, en aquellos días de 1973, en que la realidad política, estaba mucho más lejos del grito «SE ACABÓ LA REPRESIÓN», que de aquel otro de un año mas tarde, «¿Que pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular?»

El mito muy decantado y elaborado, en los núcleos de activistas postmontoneros, o neocamporistas, (o como usted prefiera llamarlos) esconde la propia complicidad de la cúpula de Montoneros y las consecuencias trágicas de su estrategia de ocupar espacios dentro del gobierno de Campora. Esconde un hecho histórico dramático en términos políticos. Y es que la propia dirección de Montoneros le entrego junto con las afiliaciones masivas de alrededor de un millón de jóvenes activistas a un partido burgués, y a un liderazgo de derecha, la lista y las señas particulares, domicilios y ámbito de “encuadramiento” de todos sus militantes a la ultraderecha fascista articulada y alimentada permanentemente por Perón, desde antes de su regreso del exilio.

Nada dicen los nuevos lectores de Página 12, de que la apariencia de legalidad duró 50 días, acto seguido, las proto triple A, CNU, pasaron a las tareas de inteligencia, y a las operaciones de formación e instrucción como comandos cívico militares. Tareas que ya se venían practicando desde los años 71 y 72. Es decir: puntualizando; los burócratas nunca estuvieron fuera del esquema de poder de los gobiernos militares y siempre mantuvieron relaciones con la delincuencia organizada. Por lo que pretender caracterizar a estos grupos como organizaciones políticas, es cuando menos, expresión de gran ingenuidad y desconocimiento de la realidad.

Esos individuos no eran ni mas ni menos que matones y asesinos apenas adoctrinados, por la inteligencia imperialista y la derecha ultracatólica nazifascista. Cualquier lúmpen barrabrava, ex policía gatillo fácil, cumple hoy con ese trabajo sin problemas de lealtades del estilo setentista.

Hacia el interior, esa lucha facciosa era mucho más que una apariencia durante aquellos días, y en especial luego del autogolpe Camporista. Mas ridículo y arbitrario aún, es suponer que el 25 de mayo cerro un ciclo represivo, para abrir un proceso democrático burgués. y que luego volvió a abrirse otro ciclo represivo a partir de la muerte de Perón en junio del año siguiente. En fin es fácil elegir ganador con el resultado puesto.

Este procedimiento es el correlato moderno de la «teoría del cerco» de López Rega a Perón sostenida durante todo ese periodo, desde el regreso de Perón hasta su muerte, por Montoneros y la izquierda del peronismo/justicialismo.

La historia ha demostrado que Democracia y Capitalismo no son sinónimos,  la represión clasista contra las mayorías nunca terminó, solo cambió de formas. Y no solo continuó, sino que se fue acrecentando con cada día de gobierno de Cámpora y hasta nuestros días.

Los muertos populares desde la apertura democrática, son la prueba evidente de ello. Desde los muertos de la apertura democrática y la resistencia pacifica a la dictadura. Desde Maria Soledad Morales y Teresa Rodriguez o Víctor Choque hasta los asesinatos de campesinos, inmigrantes y habitantes originarios, hasta los jóvenes superexplotados o vendidos como animales, las mujeres secuestradas y explotadas sexualmente por ex torturadores como en el caso del proxeneta Martins; la desaparición de Julio López, el asesinato de los activistas del frente Santillán en Rosario- En síntesis; como escribió alguna vez un gran periodista argentino, la historia de la lucha de clases está escrita en los policiales de los diarios. Esa es toda la demostración histórica que se precisa para entender las implicaciones históricas y políticas del crimen organizado, al que nos han acostumbrado con terror y propaganda ideológica, pánico y represión.

Los nostálgicos del asesinato sueñan con volver a pacificar el país.

El mito no es obra de ellos. Sino de sus cómplices, los mismos que ahora cierran filas pidiendo justicia “por igual” para los torturadores y genocidas. De la Sota o Hugo Moyano no son otra cosa que clásicos exponentes de esa juventud sindical, de aquella juventud de Isabel y López Rega. Mafiosos modernos, criminales reconvertidos, aunque analógicos.

Al menos unos veinte, (otros cronistas afirman que fueron alrededor de cincuenta), los activistas de la izquierda política, “Peronista” o Marxista, que fueron secuestrados, represaliados, torturados o asesinados por comandos paramilitares, durante los casi 50 días de ese año de 1973 que van desde aquel 25 de mayo hasta la muerte del burócrata metalúrgico José Ignacio Rucci y la ocupación militar del Comando de Sanidad del Ejército. Ambos hechos se corresponden casi inmediatamente a la renuncia de Cámpora pocos días antes, a comienzos de septiembre de 1973.

El mito de la democracia Camporista tiene obviamente una pata izquierda, una epopéyica, voluntarista y mitificada pata izquierda. A la cual contribuye enormemente la incomprensión del buen historiador argentino Pablo Pozzi, que era un adolescente que cursaba los primeros años de la escuela secundaria por esos días, y sus tesis democrático socialistas. Por lo demás Pozzi ha sido el único que ha tratado seriamente este periodo de la vida política argentina.

Pozzi no interpreta apropiadamente el clima de época. ¿Será quizás, producto de su método de investigación oral?. (De tal modo solo se puede investigar a los sobrevivientes, que opinan desde el presente). ¿Quien sabe?, sin embargo no es mi intención en estas lineas discutir metodologías de investigación. Solo mencionar que desde mi punto de vista, el interprete, sujeto político, historiador, no entiende la continuidad represiva y el antecedente dictatorial inmediato. O en todo caso lo observa desde la experiencia post dictatorial, soslayando el papel de Perón y atribuyendole a una suerte de ceguera o incomprensión ideológica de una vanguardia marxista, con capacidad muy escasa de intervenir en la realidad política mas allá de las acciones de propaganda armada; casi el curso completo del proceso democrático burgués, y la vigencia o no de las condiciones propios de la lucha democrática , o las decisiones y el rumbo del gobierno Peronista.. Olvidando que no son las ideas las que construyen la realidad.

No es la idea de libertad la que empuja a los hombres a la pelea por obtener las condiciones de vida mínimas para su subsistencia, sin la cual es impensable la liberación de la más elemental dependencia. Sino que, y según la propia lógica dialéctica desde los jovenhegelianos en adelante, la Praxis es antes que nada necesidad material, acción. Y en tanto esa necesidad no encuentra viabilidad política, dimensión histórica, no se expresa en acción consciente. Puesto que en las condiciones normales de reproducción de la dominación burguesa, las mayorías populares enajenadas en su voluntad política, no tienen consciencia de si como sujetos revolucionarios, y actores de su propio destino histórico. Entonces las ideas revolucionarias solo se encarnan en los pueblos en las encrucijadas históricas, y son las vanguardias políticas, en si mismas productos de esas mismas condiciones históricas, las encargadas de devolver a las mayorías esas conciencia política de si, que le permitan desarrollan una practica política liberadora de la condición sensible.

No se puede entender los setentas, sin entender el papel que el marxismo como corriente política histórica y como criterio de realidad, le atribuye a las vanguardias. Puede gustarle o no al interprete está comprensión de la acción política del activista/intelectual marxista, eso no significa en lo más mínimo que puedan negarse doscientos años de intentos de revoluciones políticas en el capitalismo.

Los miembros de las organizaciones políticas que eligieron el camino de la confrontación armada con los aparatos de Estado militarizado capitalista en los sesentas y setentas, nunca dudaron de su papel en la lucha por la construcción de la sociedad socialista.

Esto no es un detalle, ni es un elemento que pueda o deba ser soslayado. Sus miembros de muchos modos eran la élite del pueblo, los más lucidos, los más preparados, los mas capaces, dispuestos a entregar la vida por la causa de las mayorías. Ningún burgués ha estado nunca dispuesto a tal sacrifico. He ahí la dimensión humana de la política, que no es otra cosa que la entrega personal a una causa trascendente.

Sin entender el contexto politico latinoamericano, sin entender cabalmente el rol de Perón y la derecha peronista en la caída de Campora y la conformación por parte de la JPRA de Lastiri y por supuesto López Rega del brazo politico militar de la derecha fascista peronista, que a partir de entonces ocupó el centro de la escena. Desde los primeros días de septiembre hasta las elecciones anticipadas de finales de ese mismo mes, y que le dieron el gobierno al propio ex general Perón. No se entiende el genocidio posterior y las verdaderas dimensiones de la derrota política de toda la clase obrera y el pueblo argentino aún sufre; como deuda externa o como gatillo fácil, robo planificado o delincuencia alimentada por la exclusión o la pobreza extrema.

Lo efímero de las circunstancias que de muchos modos signaba cualquier discusión en torno a la clausura o no de una estrategia armada, y la mirada desde este presente democrático burgués postdictatorial genocida y postindustrial financiero, esconde los hechos históricos detrás de un relato que les permite a los victimarios presentarse públicamente como victimas de la violencia política de la izquierda antidemocratica, mesiánica e intolerante…

Esconde la absoluta y completa complicidad del propio Perón en los crímenes de Ezeiza y la continuidad sin interrupción de la represión contra los trabajadores en sus ámbitos de trabajo durante el gobierno electo de Campora y el despliegue del aparato mafioso y criminal de la JPRA, de la ultra derecha fascista que nunca dejo de operar, mas o menos amparada por el aparato de Estado. O por el intrincado mundo de las estructuras burocráticas justicialistas inmediatamente después de la destitución del “tio” y la llegada de Raúl Lastiri, fiel exponente de lo que por entonces se conocería, por la propia necesidad política de Perón y su entorno, como triple A.

Las nuevas formas de dominación implican obviamente, del mismo modo que en todas las épocas anteriores, una estrategia de guerra permanente, en tanto la lucha de clases es la guerra por otros medios, una política de alcance global, en la que las burocracias de la partidocracia tradicional, resultan inoperantes.

El papel de los ejércitos nacionales y de las policías privatizadas, por obra y suerte de la narcopolítica, están ahora en directa relación con la necesidad de la clase dominante y sus aliados internacionales de conservar sus cuotas de poder y su capacidad de extorsión terrorista, frente a los reclamos de participación política y de intervención en los asuntos fundamentales de la vida económica de las sociedades, de los trabajadores y sus organizaciones políticas o gremiales.

Del mismo modo en que la partidocracia burguesa resulta ineficiente y anacrónica según la dinámica actual de los negocios a nivel mundial; los ejércitos según los manuales oligárquicos tradicionales se han transformado en un problema de difícil resolución en términos politico prácticos.

En sociedades como las de Argentina, con una clase media alta urbana, muy dinámica, “culta” y activa en todos los aspectos, crecida al amparo del saqueo del Estado y en pugna constante con los representantes de modelos militaristas y totalitarios de gobierno y sus “tradicionales” ambiciones políticas. El “prestigio” de la función publica ya no es más que otro componente del mito democrático burgués.

La alta burguesía agrariodependiente, que ensaya discursos moralistas y tradicionalmente golpistas, no cuenta ya con la herramienta, con la capacidad material; es decir con el aparato militar oligárquico que era garantía de su poder politico. Y se encuentra con una nueva clase dominante ascensocialista crecida al amparo del discurso de la reconciliación nacional y la conciliación de clases. La derecha militarista y oligárquica ha sido derrotada históricamente. Pero no han sido los trabajadores quienes le han dado el golpe de gracia. Sino sus antiguos socios y empleados menores.

La condición Sine qua non es la defensa del capitalismo como condición democrática.

Este es el precio que los socios menores de la vieja aristocracia ganadera, le hacen pagar diariamente a las mayorías populares, a los trabajadores y campesinos sin propiedad.

Son muy libres de morirse de hambre. Mas vale que no se les ocurra protestar porque la alternativa es el fascismo oligárquico. O la nueva plutocracia de los tecnócratas narcopoliticos neoliberales y sus ejércitos privatizados resolviendo los “problemas democráticos”, como en México o en Colombia o en Haití o en Paraguay o en Honduras, o en Chile…

Los alternativa gerencial de los pequeñoburgueses convertidos en multimillonarios gracias a sus negocios con los amigos del poder, aparece entonces como la menos represiva y criminal de las variantes. Pero es solo representación, montaje. Todos ellos son socios de negocios. A sus fortunas no las construyeron levantado paredes o lavando pisos.

Esa casta de miserables que reescribe la historia a la medida de sus intereses y necesidades, es el resultado de la derrota histórica infligida a la vanguardia organizada del pueblo en los años setentas y con ella a todas la clases populares. Ni más ni menos. El neoperonismo Kirchnerista es la consecuencia de TODAS las dictaduras argentinas. EL KIRCHNERISMO es la clase dominante históricamente evolucionada. Es necesario comprender hasta donde necesita construirse un relato histórico propio, para entender la influencia de sus pseudo intelectuales a sueldo en la opinión publica mediada y manipulada permanentemente por los aparatos de propaganda ideológica del sistema. Ellos mienten lo que no pueden ocultar.

Por esto mismo el poder mundial de las transnacionales y las burguesías “nacionales” imperiales, alimentadas permanente del saqueo de los países dependientes, recurren a nuevos modelos de gestión de sus intereses. Prefieren gerentes como Capriles Radonski, sin pasado politico que los condicionen ideologicamente frente a la opinión publica mediatizada. Buenos producto que promover. Multimillonarios; dueños de enormes cadenas de medios de propaganda ideológica, como “Chuqui” Santos. Criminales imbéciles sin dilemas intelectuales de ninguna índole.como Sebastian Piñera, o como Macri junior.

Muy claro ha estado siempre en la historia de las sociedades humanas, que el único problema con la violencia; armada o literaria, publica o anónima, política o ritualizada, se suscita cuando son los humildes, los desfavorecidos de las ventajas del poder, los que la usan para defenderse.

El centro del debate no es entonces la violencia en abstracto. Como nos proponen los cómplices con sus recortes de la realidad y del pasado, que habita el presente en forma de conciencia enajenada. Ni siquiera la violencia en los setentas, ochentas o noventas. Tampoco la violencia como herramienta de cambios estructurales, aun cuando ninguna de sus escribientes puedan negar que fue gracias al genocidio politico e ideológico que el imperio asesino y sus socios locales lograron reestructurar la sociedad argentina y latinoamericanas en su conjunto. Lo que se plantea como núcleo de la discusión a la vista del buen observador es la apariencia de legalidad del moderno esclavismo capitalista.

La propia institucionalidad democrático burguesa neocolonial, sus alcances, sus condiciones históricas; esa, y no la violencia política, como resultado de la decisión o no, de una vanguardia organizada del pueblo, es lo discusión que abre el acto fallido del señor quinta columna.

En tanto dependa de ellos, esa discusión será clausurada antes de comenzar, o quedará oculta detrás de la falacia de la supuesta violencia irracional ejercida por un pequeño grupo de descerebrados. O de los discursos más o menos contitucionalistas, según los marcos de la política burguesa que ninguno de ellos ha respetado nunca, salvo frente a una cámara, y “hasta la ultimas consecuencias”.

Dependerá de los mas conscientes y dedicados hijos del pueblo llevar esta discusión a los ámbitos en que debe darse. Y a las alturas históricas que le corresponden.

Puede que seamos pocos, puede que seamos pobres en recursos, puede que no consigamos sobrevivir al polvo de la historia. No seremos faraones o Césares. No coronaran con nuestro nombre la capital de ninguna esplendida civilización. Sin embargo; nadie que haya sabido de nosotros podrá decir que simplemente hemos pasado por esta existencia temporal; que no hemos sido justos y dignos representantes de nuestra condición de seres humanos. Todo nuestro afán es trascender nuestra existencia individual y hacernos pueblo, hacernos tiempo, hacer parte de la historia de la especie humana sobre el planeta.

Mientras tanto aquí está la historia de los vencidos. Diciendo que NO. Diciendo que NUNCA. NI MAS, NI MENOS. Con ustedes asesinos y cómplices, colaboradores y confundidos por conveniencia, con ustedes NUNCA. NUNCA.

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Comentarios

Un comentario en “EL FIN DEl MITO DE LA «PRIMAVERA DEMOCRÁTICA CAMPORISTA»

  1. Excelente artículo.

    Publicado por JorEl | octubre 1, 2012, 11:45 am

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