Este libro está dedicado a mi hija, Rachel, y a mi hijo, Jonathan. Es una historia sobre hombres y mujeres valientes que vivieron hace mucho tiempo, pero cuyos nombres nunca han sido olvidados. Los héroes de esta historia albergaron el ideal humano de la libertad y la dignidad del hombre y vivieron noble y honradamente. Lo he escrito para que aquellos que lo lean –mis hijos y los hijos de otros– adquieran gracias a él fortaleza para afrontar nuestro turbulento futuro y puedan luchar contra la opresión y la injusticia, de modo que el sueño de Espartaco llegue a ser posible en nuestro tiempo.
Howard Fast
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
No es tarea fácil para un autor que publica sus propias obras escribir lo que los editores llaman presentación; es decir, un llamamiento o reclamo para los lectores. Las frases altisonantes usadas en tales ocasiones surgen con mucha menos facilidad de la pluma de quien ha escrito el libro y sabe con qué esperanzas, dificultades y esfuerzos lo ha hecho.
Ésta es la historia de Espartaco, que encabezó la gran rebelión de los esclavos contra la República romana en los años finales de ésta. He escrito esta novela porque creo que es una historia importante en el momento que nos ha tocado vivir. No se trata de establecer mecánica-mente un paralelismo, sino de que de este episodio se puedan extraer esperanzas y fuerza, y resaltar el hecho de que Espartaco no vivió sólo para su tiempo, sino que su figura constituye un ejemplo para la humanidad de todas las épocas. He escrito este libro para infundir esperanzas y valor a quienes lo lean, y durante el proceso de su escritura yo mismo me sentí con más ilusiones y más coraje.
Se precisa mucho tiempo para escribir una novela. Mediante la escritura de una obra narrativa pueden resolverse muchos problemas y conocer y comprender los anhelos y las esperanzas que sustentan las luchas de estos pueblos. Algo de eso obtuve al escribir esta novela y convivir durante tanto tiempo con los hombres y mujeres que aparecen en sus páginas. Confío en que parte de esa satisfacción se transmita también a quien la lea.
Si algún valor tiene mi propia opinión sobre este libro, debo confesar que se trata de la novela que más me gusta de cuantas he escrito hasta la fecha. Fue la que más me costó escribir y la redacté en los momentos más difíciles de mi vida, pero cuando le puse el punto final sentí la satisfacción de haber cumplido cabalmente una tarea.
1951
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