Agrotóxicos y transgénicos, Crítica Social, Económicas, Pachamama, Politica, Teoría Política, Viejas costumbres

ECONOMÍA AMBIENTAL: EXPANSIÓN DE LA LÓGICA DE ACUMULACIÓN CAPITALISTA COMO DOMINIO DE LO MUERTO SOBRE LO VIVO por Mara Rosas Baños

Profesora-investigadora del Instituto Politécnico Nacional de México.  Publicado en la revista Mundo Siglo XXI del Instituto Politécnico Nacional n.° 43, Vol. XIV, 2017, pp. 75-87

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Introducción

La evidencia de la crisis ambiental, en la década de los setenta del siglo anterior, originó el surgimiento de perspectivas económicas que orientaran la interacción entre economía y naturaleza. La economía ambiental, como extensión de la teoría económica neoclásica, surgió como respuesta para guiar la política ambiental, pretendiendo solucionar los problemas que esta teoría identifica como externalidades y de asignación ineficiente de los recursos naturales.

La cuenta regresiva comenzó a finales del siglo pasado. El mundo está empezando a enfrentar los peores escenarios que modela el Panel Intergubernamental de Cambio Climático.1 Las medidas de política pública han resultado ser menos que paliativas. En términos generales, el capitalismo es insustentable y el mercado no puede solucionar nada por sí mismo. Los resultados son más que evidentes en los países en desarrollo: las empresas siguen contaminando, los afectados ambientales aumentan, el aceleramiento del cambio climático se incrementa y la crisis ecológica se agrava. Puesto que en una economía que es guiada por el egoísmo individual no puede existir un mínimo compromiso con la humanidad ni con el planeta. En el año 2010, las emisiones de CO2 procedentes de los combustibles fósiles se elevaron hasta el nivel más alto de la historia hasta ese momento: 9.100 millones de toneladas de carbono.2 En 2008, el comercio de carbono aumento 83%. Se cotizaron 4,9 millones de emisiones de dióxido de carbono en los mercados mundiales de carbono, lo que significa que en verdad el comercio de emisiones no ha conllevado una reducción.3

De acuerdo con la ONU,4 la frecuencia de los desastres ocasionados por fenómenos meteorológicos se ha incrementado en un 14% respecto al decenio anterior. Esto representó el doble de los que se vivieron entre 1985-1995. Los desastres atribuidos a fenómenos climáticos por año han sido 335 en promedio. En los últimos veinte años, ha habido un promedio anual de 30 mil vidas perdidas y 4 mil millones de heridos o damnificados derivado de estos desastres. Y sólo con el incremento de casi un grado más de temperatura en el planeta.

Los “Acuerdos de París” (2015) firmados por 195 naciones, así como todos los acuerdos derivados de las conferencias sobre cambio climático, han establecido como máximo el incremento a 2°C en la temperatura global, pero plantearon la necesidad de realizar esfuerzos para que no subiera la temperatura más de 1.5°C. En 2016, se ratificó esa meta, no obstante, ya se visualizaba su debilidad en términos de posibilidad de cumplimiento.

Los países en desarrollo requieren asistencia financiera, por ejemplo, Marruecos calculó que la reducción en 32 % de sus emisiones para 2030 depende de una inversión extranjera de 35 billones de dólares adicionales a los 10 billones de gasto nacional.5

El mundo sigue apostando al capitalismo neoliberal que ha resultado ser igual de devastador que su precedente liberal en la revolución industrial. Sus políticas y medidas ambientales son superficiales e inequitativas. Un ejemplo: The Genova Refugee Convention no reconoce el cambio climático como una razón oficial para migrar, pese a que los desplazados medioambientales de acuerdo a varios informes pueden llegar a 25 millones a mil millones para 2050.6 La modernidad capitalista ha posicionado la sobrevivencia humana como un elemento desechable. Aunado a los efectos del cambio climático en el mundo, se encuentra la traslimitación ecológica que incrementa cada año. La biocapacidad7 total de la tierra en 2008, de acuerdo al Informe del Planeta Vivo, era de 12.000 millones de hectáreas, es decir, 1.8 ha por persona,8 pero la huella ecológica9 de la humanidad fue 18,200 millones de ha, 2.7 ha por persona. Esto significa que hemos rebasado en casi una hectárea la capacidad de la tierra de sostenernos; la tierra hoy necesita 1.5 años para regenerar todos los recursos renovables que utilizamos en un año.

Si cuestionamos la Economía Ambiental a la luz del funcionamiento del capitalismo planteado por Karl Marx puede reconocerse que las “alternativas” para dar viabilidad ambiental al desarrollo económico tradicional no son novedosas, más bien son peligrosas, ante todo para las mayorías empobrecidas. Dichas alternativas son, en realidad, expansión de la lógica de acumulación del capital a cada vez más espacios que surgen con la crisis ecológica que el mismo capitalismo ha creado. La solución que plantean los economistas ambientales no es más que la comercialización de las posibilidades de la vida en el planeta, en ese sentido es conveniente para el capital la expansión de la crisis ecológica, pero así el capital está creando las condiciones para la eliminación de los seres humanos junto con muchas otras especies, además de su propia destrucción.

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Valorización de bienes y servicios ambientales, nada nuevo en el capitalismo

La economía ambiental se constituyó como disciplina en la década de los setenta para dar respuesta a la problemática ambiental; debido fundamentalmente a que se ha ido constituyendo como un obstáculo para el desarrollo económico. A partir de las aportaciones de Pigou10 y Coase,11 propone la internalización de externalidades pretendiendo generar condiciones para una asignación intergeneracional óptima de recursos no renovables. Su objetivo es la incorporación de la naturaleza en el mercado. Y para hacerlo, por un lado, adjudica valores monetarios a las externalidades, considerando a priori la reversibilidad de los daños ambientales, y, por otro, pretende privatizar toda la naturaleza, sin menoscabo de aquella parte de la cual dependen las funciones vitales básicas para la vida.12

Hace aproximadamente 175 años Karl Marx se enfrentó, precisamente, a un hecho como el que ahora pretende postular la Economía Ambiental como algo nuevo: la privatización de recursos de la naturaleza vitales para las clases empobrecidas. Como Foster lo reporta en su libro La ecología de Marx, siendo redactor en jefe de la “Gaceta Renana”, Marx escribió el artículo titulado “Debates en torno a la Ley del robo de la madera”.13 Discutía una cuestión de indudable actualidad: los grandes terratenientes buscaban que se legislara como robo la recolección de madera de árboles muertos, simplemente caídos en los bosques, ya que era una actividad común por parte los pobres. Los bosques, que anteriormente eran propiedad comunal, habían pasado a ser propiedad privada y los terratenientes esperaban que si la recolección de leña se tipificaba como robo, los guardabosques podrían infraccionar a quien realizara dicha actividad. De este modo, los grandes terratenientes buscaban salir doblemente beneficiados: a) contaban con un recurso más valorizable en el mercado, y b) garantizaban que el Estado se hiciera cargo de cuidar sus vastas extensiones de tierra. Pero, así, los pobres perdían toda posibilidad de protegerse para no morir de frio o de hambre, puesto que les era indispensable contar con leña para calentar sus casas y cocinar sus alimentos, aunque no podían pagar por ella.

Poco a poco la crisis ambiental está haciendo que sea posible que cada elemento de la naturaleza vaya adquiriendo estatus de bien económico, debido a que se presenta un horizonte de agotamiento y/o deterioro de recursos bióticos y abióticos. Dichas condiciones son tratadas por la economía ambiental como externalidades, puesto que no están incorporadas en la contabilidad económica.14 Fue Arthur Cecil Pigou, por cierto profesor de Keynes, quien identificó, por primera vez, el concepto de internalización de externalidades. Las cuales refieren todos los efectos “involuntarios” en el bienestar de las personas y las empresas, y pueden ser positivos o negativos.15 Las externalidades negativas son costos privados trasladados a la sociedad. De acuerdo a los teóricos de la Economía Ambiental, derivan de la ineficiencia en la gestión de los recursos por fallas de mercado (externalidades); lo que ocasiona que la maximización del beneficio privado no coincida con la maximización del bienestar social. Las “externalidades negativas” ocasionan una divergencia entre el producto neto marginal social y el producto neto marginal privado. No obstante, tal como asegura la Economía Ecológica, este planteamiento no representa nada nuevo, puesto que todo proceso productivo conlleva externalidades.16 Es desde el surgimiento del capitalismo industrial, en el siglo XVIII, cuando la producción tiene un impacto evidente de degradación del medio ambiente. Es en este siglo cuando empezó a existir una enorme cantidad de problemas sanitarios, el incremento en la contaminación del agua y del aire en los alrededores de las fábricas, la aparición de problemas de gestión de residuos, entre muchos otros desequilibrios.17 Las ”externalidades negativas” siempre han acompañado la producción capitalista. Los que han pagado las consecuencias en primera instancia siempre han sido los pobres, trabajadores asalariados de las mismas fábricas que se transformaron en mercancías para producir mercancías. Marx ya hablaba, en sus Early Writings, sobre cómo se vivía en términos medioambientales en la Revolución Industrial:18

Incluso la necesidad de aire fresco ya ha dejado de ser una necesidad para los obreros. El hombre vuelve una vez más a vivir en una caverna, pero la caverna ahora está contaminada por el aliento mefítico y pestilente de la civilización. Más aún, el obrero no tiene más que el precario derecho a vivir en ella, ya que para él es un poder ajeno, que puede serle retirado cualquier día y puede desahuciársele en cualquier momento si no logra abonar la renta. Verdaderamente tiene que pagar por permanecer en este depósito de cadáveres. Una moral en la luz, que, como dice Prometeo en Esquilo, es uno de los grandes dones gracias a los cuales, transformo a los salvajes en hombres, deja de existir en este caso para el obrero. La luz, el aire, etc. –la limpieza animal más elemental– deja de ser una necesidad para el hombre”.19

Derivado de que se reconoce que el capital privado es un peligro para la naturaleza, Pigou exalta la intervención del Estado a través de impuestos que correspondan con el valor del costo social infringido a la colectividad. Corresponde a lo que se conoce como el principio del que contamina paga. Específicamente, plantea que:

no puede confiarse en que una mano invisible logre un arreglo perfecto en todo, combinando separadamente las partes. Es por tanto necesario que una autoridad competente intervenga y acometa los problemas colectivos de la belleza, el aire y la luz de la misma forma que las del gas y el agua”.20

Pero el Estado realmente existente sólo protege los intereses de unos cuantos. Tal como Marx lo plantea:

“el gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”.21

Por tanto, no es de extrañar que ante la grave crisis ambiental en ciernes haya sido, hasta 1972, la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano la que acordó un periodo de 10 años para realizar un seguimiento del estado medio ambiental.22 Tampoco sorprende que desde la primera Conferencia de las Partes en 1995 hasta la COP 22 en 2016, no se ha logrado disminuir los gases de efecto invernadero. Cinco países actualmente emiten el 60 % del total: China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón, que van acumulando un incremento de 57.9 % respecto a 1990.23 Los acuerdos que han involucrado a más de 150 países desde las primeras conferencias no han servido de mucho. Según el Reporte de Riesgos Globales 2017 del Foro Económico Mundial, los principales riesgos identificados son: pobreza, polarización social y política, deterioro en las condiciones del empleo, fenómenos meteorológicos, falta de mitigación y adaptación al cambio climático, la crisis del agua, la migración involuntaria a gran escala y los cambios drásticos en los precios de la energía (además del desarrollo de armas de destrucción masiva).24

Ronald Coase retoma de forma crítica el problema del costo social planteado por Pigou; menciona que el problema es de naturaleza recíproca, es decir, no se trata de permitir que una empresa A perjudique a una B o que B perjudique a A, sino de evitar el perjuicio más grave. Esto quiere decir, que es a través de conocer el valor perdido de tal o cual acción como se puede tomar una decisión. Propone el ejemplo de la contaminación de un río que genera la muerte de peces, lo que se tendría que decidir es si el valor de los peces perdidos es mayor o menor que la producción que origina la contaminación. Coase se libera de toda implicación ética sobre la naturaleza: todo tipo de contaminación o depredación puede ser compensada económicamente. Para este autor:

si las transacciones de mercado no entrañasen costos lo único que importa (dejando al margen cuestiones de equidad) es que los derechos de las diversas partes estén bien delimitados y que sea fácil predecir los resultados de las acciones legales”.25

El planteamiento funciona con una serie de supuestos que ponen en entredicho su aplicación en la realidad, tales como: agentes racionales, inexistencia de futuras generaciones y de poder de negociación.26

En la aportación de Coase a la economía neoclásica hay tres cuestiones fundamentales:

1) El papel de la propiedad privada en el capitalismo

2) El dinero como potencia inversora y la atomización del ser humano y la naturaleza

3) El papel de la tecnología

La propiedad privada ha sido la piedra angular del funcionamiento y expansión del capitalismo, tiene una función esencial para la posibilidad de generar ganancias a partir de cualquier recurso, no obstante, vamos a centrarnos en los recursos naturales puesto que es fundamentalmente para ello que la Economía Ambiental retome el análisis de Coase. La renta de la tierra es una de las categorías primigenias que a partir de la privatización de un recurso natural se empezó a generar. Para Marx:

la renta de la tierra, considerada como un precio que se paga por su uso, es naturalmente un precio de monopolio”.27

La privatización de ecosistemas también genera un precio de monopolio. Si cada espacio del planeta llegará a estar privatizado la posibilidad de sobrevivencia de las regiones estaría determinada por el precio que se tendría que pagar por mantener en condiciones de resiliencia los ecosistemas que queden. Más de la mitad de los ecosistemas terrestres están dañados por la intervención humana. De acuerdo al Millenium Ecosystem Assessment,28 aproximadamente el 60% se están degradando o se usan de manera insostenible. Y su costo no lo han podido estimar los economistas ambientales. Costo que será impagable puesto que la vida de todos los seres humanos y demás especies depende completamente de los ecosistemas terrestres, pues estos proveen: alimentos, agua, elementos para manejo de enfermedades, regulación del clima, mantenimiento de la composición gaseosa de la atmósfera, eliminación de desechos y reciclaje de nutrientes, preservación de suelos y mantenimiento de su fertilidad, control de plagas, sostenimiento de la biodiversidad, satisfacción de necesidades espirituales y estéticas.29

«Over the past 50 years, humans have changed ecosystems more rapidly and extensively than in any comparable period of time in human history, largely to meet rapidly growing demands for food, fresh water, timber, fiber, and fuel. This has resulted in a substantial and largely irreversible loss in the diversity of life on Earth. The changes that have been made to ecosystems have contributed to substantial net gains in human well-being and economic development, but these gains have been achieved at growing costs in the form of the degradation of many ecosystem services, increased risks of nonlinear changes, and the exacerbation of poverty for some groups of people.”30

La propiedad privada ha tenido un efecto de apartamiento del hombre, separación que le ha costado su humanidad; los seres humanos construyen la relación histórica con la naturaleza en la medida que obtienen de ella sus medios de subsistencia.31 Como lo expresa Marx, “la naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre”. La separación que el capitalismo ha impuesto del hombre32 con respecto al mismo hombre y la naturaleza se expresa como alienación, un extrañamiento del trabajador sobre su propia actividad productiva, el resto de los seres humanos y su papel en el proceso de transformación de la naturaleza.33 Las actividades productivas que a lo largo de la historia le dieron sentido al hombre, en el capitalismo se volvieron en su contra al atentar contra las condiciones básicas vitales tanto de su existencia como la de otras especies. El trabajador se hace más pobre cuanto más riqueza produce.34 El capital no solo domina la vida del trabajador, va dominando cada vez más espacios que tienen que ver con la obtención de las materias primas, aprovechando las oportunidades de ganancia en espacios cada vez más amplios. Es el mismo hombre, a través de su trabajo alienado, quien genera la destrucción de la vida y, por consiguiente, la mercantilización de lo que queda de ella.

El avance de la destrucción del mundo vital no plantea preocupación a la sociedad, en la medida en que la producción ha creado un sujeto incapaz de percibir lo que sucede, éste se ha convertido en un objeto más. Su desvalorización como ser humano orgánico y como parte de la naturaleza le lleva a la desvalorización también de esta última. Así como al sujeto se le compra con dinero, considera que el dinero puede revertir cualquier impacto ambiental. El dominio de lo muerto sobre lo vivo significa la decadencia de la vida del hombre como trabajador y los elementos de la naturaleza subsumidos al capital. El proceso continuo que arroja al ser humano a la incertidumbre y al riesgo, genera su incomprensión como ente orgánico y parte de la naturaleza. Tal como plantea Marx, el dinero confunde y cambia todas las cosas, genera un mundo invertido en el que el dinero puede ser cambiado por todas las cualidades humanas y naturales:

El dinero en cuanto medio y poder universales (exteriores no derivados del hombre en cuanto hombre ni de la sociedad humana en cuanto sociedad) para hacer de la representación realidad y de la realidad una pura representación, transforma igualmente las reales fuerzas esenciales humanas y naturales en puras representaciones abstractas y por ello en imperfecciones y quimeras reales, las fuerzas esenciales realmente impotentes, que solo existen en la imaginación del individuo».35

La reversibilidad de la cual habla la Economía Ambiental solo es posible si se asume que cada uno de los elementos de la naturaleza se les puede considerar como entes atomizados, tal como estudia al ser humano la teoría neoclásica. No obstante, así como el ser humano es un ente social, cada uno de los elementos de la naturaleza se asienta en un sistema con el cual interactúa a través de intercambios indispensables para la vida de éste y de las demás especies. Por ello, Marx explica, en la Contribución a la Crítica de la Economía Política, que el pescador y el cazador individuales y asilados:

forman parte de las alicortas ficciones del siglo XVIII. Robinsonadas que no expresan en modo alguno […] una simple reacción contra excesos de refinamiento ni el entorno a una vida natural mal comprendida”.36

La intensificación del trabajo a través de la extracción de la plusvalía relativa ha guiado a la tecnología para la expansión de ganancias. La búsqueda incesante del capitalismo por innovar y desarrollar tecnología utiliza a la naturaleza y la pone en contra de ella misma, así como hace con el trabajador.

La gran producción [.] subordina ante todo en gran escala las fuerzas de la naturaleza –el viento, el agua, el vapor, la electricidad– al proceso inmediato de producción, transformándolas en agentes del trabajo social (en las formas precapitalistas de la agricultura el trabajo humano no es más que una ayuda del proceso natural que por otra parte no controla). Estas fuerzas de la naturaleza, en cuanto tales, no cuestan nada. No son producto del trabajo humano. Pero la apropiación de las mismas se produce solo con ayuda de las maquinas”.37

La modernidad capitalista se construye a partir de “un progresismo esquizoide»,38 gracias a que la cosificación alcanza todo lo vivo, el mundo de acuerdo a “Benjamín está marcado por la decadencia de la experiencia auténtica”.39 Un mundo en el que el hombre y la naturaleza son subsumidos al capital a través de la acción del mismo hombre, esta dominación tiene un sentido dialéctico, en la medida en que el hombre se niega a sí mismo como hombre y como parte de la naturaleza; trabaja para destruir lo que él ve como objeto, la naturaleza, que encierra en sí misma las posibilidades de su vida y su futuro no solo para él sino para sus futuras generaciones y para otras especies.

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La alienación como base de las metodologías para la valoración de la naturaleza

En recientes años se ha propiciado un uso intensivo de los instrumentos de valoración económica de bienes y servicios ambientales: estudios sobre valorización de externalidades de la generación de energía;40 valorización económica de los usos del agua;41 valorización económica de los humedales;42 e inclusión del análisis costo-beneficio en la regulación ambiental. En la Unión Europea, con la iniciativa “mejor regulación” se ha estado utilizando el análisis de costo-beneficio en la regulación ambiental desde 2002.43 Pero, como plantea Kosik, “la práctica utilitaria inmediata y el sentido común correspondiente ponen a los hombres en condiciones de orientarse en el mundo, de familiarizarse con las cosas y manejarlas, pero no les proporciona una comprensión de las cosas y de la realidad”,44 es decir, construyen alternativas aparentes que finalmente se vuelven en su contra. Es en este sentido que la crítica de la Economía Ecológica ha sido aguda para mostrar que los análisis costo-beneficio no proporcionan una base real de toma de decisiones, puesto que se prioriza la generación de beneficios económicos por sobre las repercusiones ecológicos.45

El objetivo fundamental de la valoración para la Economía Ambiental reside en facilitar la toma de decisiones e identificar la eficiencia económica global de los distintos usos del medio ambiente. Las decisiones se toman bajo la misma lógica de reproducción que tiene el capitalismo, aun cuando la expansión de éste ha alcanzado a afectar las condiciones para la sobreviviencia del hombre y otras especies en el planeta. Incluso en esas circunstancias no se deja de lado la necesidad de expansión del capital. Sin embargo, no sólo el hombre en el despliegue de su fuerza de trabajo se encuentra alienado, el dueño del capital lo está más por pensarse realizado en la medida de la expansión de su capital. De acuerdo a la economía ambiental, la naturaleza debe asignarse a usos que reporten las máximas ganancias económicas, por tanto, realiza una evaluación de acuerdo a los beneficios económicos que reporta cada uso de la naturaleza. Pero así llegará un momento en que vivir en los lugares menos degradados será un lujo, que sólo unos cuantos podrán pagar; hasta que ya no existan esos espacios incluso para los más ricos. Así como “la mercancía parece ser, a primera vista, una cosa trivial y de comprensión inmediata”,46 la naturaleza es tratada como una mercancía más, de la que no se sabe nada más allá de su estado aparente. Su función dentro de la comprensión de los ecosistemas, tal como ha mostrado la Economía Ecológica,47 es definitiva para la resiliencia de estos. Del mismo modo en que la mercancía esconde la relación social existente en ella, así la naturaleza privatizada esconde la relación social que deriva en una exclusión positiva a la acumulación.

La valoración traduce el impacto ambiental en valores monetarios que son comparados e integrados con criterios económicos y financieros (costo-beneficio) para tomar decisiones.48 Pero la naturaleza destructiva del hombre no cesa. De acuerdo a Fernández, para Fromm:

“el impulso de la vida y el de la destrucción no son factores mutuamente excluyentes, sino que son inversamente proporcionales: cuanto más se frustra el impulso vital, más fuerte se torna el dirigido a la destrucción; cuanto más plenamente se realiza la vida más aminora la fuerza destructiva”.49

En el capitalismo, como explica Marx, el contenido de la fuerza vital de los trabajadores es robada,50 el capitalismo conforma un claroscuro que promete libertad y autorrealización, pero, al mismo tiempo, roba su posibilidad a través de la producción de mercancías.

Para la economía neoclásica ambiental la crisis ecológica se debe a fallas de mercado y a variables exógenas a la economía, Por mencionar sólo algunas, David Pearce las clasifica como existencia de fallas de mercado, institucionales y gubernamentales, además de crecimiento poblacional y pobreza.51 En ellas nada existe que pueda cambiar la esencia destructiva del hombre. De acuerdo con Fromm, el carácter social se forja en la búsqueda de superación del sentimiento de insignificancia a través de la búsqueda de la renuncia de la autonomía o a través de la destrucción de los demás.52 Sumidos en una economía de consumo:

el sentimiento de aislamiento individual e impotencia […] es algo de lo que el hombre común no tiene conciencia, es demasiado aterrador. Se lo oculta la rutina diaria de sus actividades, la seguridad y la aprobación que halla en sus relaciones privadas y sociales, el éxito de los negocios, cualquier forma de distracción”.53

Por lo que los decisiones siempre están dadas en función de cuanto se reporta de beneficios económicos. Nada hay en esta sociedad que la lleve a darse cuenta de lo que está contribuyendo a destruir.

Cuadro l

Elementos a considerar para la toma de decisiones

1. Medir

2. Identificar

3. Cuantificar

4. Definir

La escala de daños

(hasta donde sea posible)

Las fuentes de ineficiencia en el manejo de los recursos que generalmente están asociadas a:

Fallas de mercado (externalidades)

Derechos de propiedad

Ineficiencia del gobierno: monopolios, subsidios, impuestos y administración ineficiente

Valorar monetariamente los costos o beneficios.

E identificar los indicadores no monetarios: variaciones de stock y monitoreo y evaluación del recurso

Instrumentos de política adecuados:

Instrumentos regulatorios

Instrumentos administrativos

Instrumentos económicos

Fuente: Adaptado de Tomassini, 2001

El proceso para la valoración implica cuantificar, evaluar monetariamente y finalmente decidir, una vez que se identifica le distribución de costos y beneficios económicos. Pero siempre es toma de decisión sin conciencia:

el método del reduccionismo subsume lo singulae en lo universal abstracto, y crea dos polos entre los cuales no hay mediación”.54

Los elementos que intervienen en la toma de decisiones se presentan en una pseudorealidad, donde se observan la ausencia de variables vinculadas a la cultura, la sociedad y la naturaleza (ver cuadro 1). En el análisis de costos y beneficios siempre ganan los beneficios. Cuando se trata de grandes inversiones a analizar se reduce el futuro y el de los congéneres a una cantidad de dinero que se traduce en como dominio de lo muerto sobre lo vivo.

Para la Economía Ambiental es fundamentel la transformación de la naturaleza en mercancías puesto que no podrían entran de ningún otro modo en la lógica de acumulación del capital, y para ello la privatización es necesaria. Considera que para mejorar la gestión y garantizar la calidad ambiental se requieren grandes inversiones que se traducen en beneficios como el crecimiento económico y beneficios ambientales. La suma de ambos constituye el beneficio total. Vale la pena apuntar que de acuerdo a la lógica neoclásica, las curvas de beneficio marginal son decrecientes, lo que significa que el beneficio total por inversiones adicionales en la calidad ambiental si bien es positiva, también es decreciente.

El costo es aquello que la persona que toma las decisiones sacrifica o a lo que renuncia cuando elige una alternativa en lugar de otra. Por lo tanto, el costo consiste en su propia evaluación anticipada de la utilidad o del goce del que habrá de privarse como resultado de esa misma elección”.55

Con ello se crea una ficción que lleva a pensar que sólo los grandes capitalistas pueden invertir en la conservación, cuando existen sociedades que presentan una lógica diferente, que ha permitido que hoy todavía existan espacios bien conservados. Las comunidades indígenas nunca han poseído vastas cantidades de dinero y, sin embargo, han conservado bajo la propiedad social vastas áreas. Esto lo que denomina Martínez Alier como ecologismo de los pobres.56

El propósito fundamental de otorgar una medida monetaria a la naturaleza reside en proporcionar un control desde la racionalidad económica para invertir en la “mejora del medio ambiente”. Define inversiones que nunca llegan a ser contabilizadas en acciones a favor de la naturaleza, con las cuales se retroalimenta la crisis, el saqueo de la naturaleza y el desequilibrio de poblaciones y ecosistemas. En términos formales, el beneficio marginal debe igualarse al costo marginal, dado un cierto nivel de recursos.57 Tal como al trabajador desde la perspectiva marxista no se le retribuye el total del trabajo generado, sino que únicamente se le paga con una proporción cada vez menos del número de horas laboradas, el costo de la explotación de la naturaleza nunca es pagado, puesto que es apropiado por los dueños de esta. La naturaleza es tratada como una esclava.

Una sociedad alienada no puede ver a la naturaleza más que como un medio para obtener ganancias. La idea básica de la medición de los beneficios se sustenta en las preferencias individuales. Las preferencias, de acuerdo a la teoría neoclásica, determinan la disposición de pago por conservar y/o recibir una compensación. Se supone que una preferencia positiva por alto se mostrará en la forma de una disposición a pagar (DAP). Pero la voluntad de pago de cada persona es diferente, y dado que lo que interesa es conocer lo socialmente deseable, lo que sigue es agregar las voluntades individuales de pago para conocer la disposición de pago total. Sin embargo, no se puede asegurar que la DAP, expresada en términos de precios de mercado, mida con precisión todo el beneficio para los individuos o la sociedad. Puede haber personas que estén dispuestas a pagar más de los precios de mercado, que es lo que se conoce como el excedente del consumidor, así la DAP bruta seaá igual a la suma de los precios de mercado más el excedente del consumidor.58

Los enfoques para la medición económica de los beneficios ambientales han sido ampliamente clasificados como técnicas directas e indirectas. El primero considera las ganancias ambientales –una mejor vista escénica, mejores niveles de calidad del aire o la calidad del agua, etc.– , y busca directamente medir el valor monetario de esas ganancias. Esto ac puede hacer mediante la búsqueda de un sustituto mercado o por técnicas experimentales.59 En el cuadro 2 se. muestran algunos ejemplos de valoración económica de costos ambientales, los casos en los que se pueden aplicar y sus limitaciones más básicas que tienden a resumirse en carencia de información suficiente.

Cuadro 2

Metodologías para la valoración económica de costos ambientales

Métodos Indirectos y directos

Descripción

Aplicación

Limitación

Gasto en mitigación

Es un método indirecto que se basa en el comportamiento de las personas para evitar o mitigar impactos ambientales

Cuantifica lo que la gente está dispuesta a pagar para evitar imparios ambientales. Busca inferir la DAP mediante el gasto en bienes que realizan los individuos para contrarrestar las molestias de las afectaciones

-Subestimación del valor del impacto ambiental

-Restricción por capacidad de pago

-Implica que no hay beneficiarios secundarios

-Los daños del impacto no pueden percibirse en su totalidad

Costo por reposición

Considera el gasto en restauración o devolver a su estado original el sistema ambiental alterado

Implica la posibilidad de identificación completa de efectos físicos con posibilidad de repararse. Un caso especial corresponde a proyectos sombra o compensatorios que son proyectos que reemplacen el servicio ambiental o repongan el bien ambiental perdido.

Se tiende a subvalorar el atributo ambiental No siempre se puede restituir o compensar todos los impactos ambientales. No se puede utilizar en sistemas ecológicos complejos, puesto que la reposición de estos es imposible.

Estimación del cambio en productividad

Estima económicamente el impacto ambiental a través de su efecto en la producción de algún bien que requiera dicho insumo

Su aplicación comprende dos fases: Determinación de efecto físico (mediante estudios de laboratorio, regresiones o experimentos controlados) y su valoración monetaria

Las relaciones causa-efecto está en función de los supuestos hechos. Es difícil calcular el efecto individual de un «atributo ambiental Cuando los efectos en la producción se reflejan en los mercados los requerimientos de información son muy altos.

Cambios en la tasa de morbilidad

Estime las consecuencias en la salud por alteraciones de la calidad ambiental para determinar medidas correctivas.

Establece la relación nivel de contaminación y probabilidad de muerte. Refleja las consecuencias da la enfermedad en disminución de actividades normalrs, días de cama ausencia laboral o pérdida de trabajo. Requiere información sobre: edad género, ingresos, estado civil, actividad económica, etc.

Subvalora a los seres humanos puesto que varían las estimaciones a partir de sus actividades económicas, así una afectación ambiental que genere impactos en la salud de gente de clase alta es más valorado que el impacto en la salud de gente de clase media y baja.

Valoración contingente

Método de valoración directo que pretende determinar el valor económico que las personas dan a cambios en el bienestar derivados de una modificación de un bien ambiental

Requiere la identificación del cambio en el bien ambiental y la población afectada.

Se utilizan encuestas para crear mercados hipotéticos.

Se cuestiona por la máxima DAF o a aceptar un daño. Se realiza una estimación econométrica de la DAP media de la población y se estima el valor total asignado al recurso.

Sesgo de información por carencia de información respecto a las funciones del bien ambiental.

Sesgo del punto de partida.

Sesgo de la forma de pago.

Sesgo del cntrevistador.

Sesgo estratégico.

Modificación intencional del valor, respecto al real.

Transferencia de beneficios

No es una técnica en sí misma. Consiste en la utilización (de valores monetarios de bienes ambientales estimados en un contexto determinado para estimar beneficios de un bien similar bajo contextos diferentes.

Se divide en tres tipos: transferencia de valores fijos, juicio de especialistas y modelos de estimadores de valor.

No se le da un valor en sí a la pérdida del bien ambiental

Puede estar sujeto a medidas de error como diferencias cualitativas de los diferentes contextos: población, funciones ecosistémicas.

Especificaciones econométricas de los modelos

Costo del viaje

Se aplica a la valoración de áreas naturales que cumplen una funcn de recreación. Los gastos en los que se incurre para disfrutar de algún lugar son calculados como costos de viaje

Se identifica el entorno de influencia. Cada zona se identifica con un costo. Se realiza una encuesta que informe el número de visitas, la zona de procedencia y datos socioeconómicos. Dependiendo de los datos se pueda construir la propensión media a visitar el lugar. Se construye curva de demanda agregada

Desearle de visitantes cuando estos recorran otros sitios aledaños. La medida de la demanda no es exacto por el tiempo de estancia en el lugar.

Costos evitados

Utiliza el valor del gasto en protección, el costo he las acciones tomadas para evitar daños ambientales o el costo de bienes que generaría en la sociedad la perdida de servicios que prestan los recursos ambientales.

Utiliza dos tipos de aproximación: información sobre la pérdida potencial de bienes que generaría en la sociedad la pérdida la pérdida de los servicios ambientales. La segunda forma es determinar si la sociedad o los dueños de los recursos han gastado dinero para proteger las características de los mismos:

La pérdida potencial de bienes que generaría en la sociedad una pérdida he algún servicio ambiental generalmente no es capaz de medir todos los daños que implican la perdida de servicios ambientales, generalmente está ligada a garantizar abasto de cierto tipo he recursos naturales que son visiblemente utilizados en la sociedad:

Fuente: Elaboración a partir de Osorio, J . D y Correa, F. 2004: 173-187.

De acuerdo a los diversos métodos del cuadro 2, el valor del medio ambiente depende de la utilidad visible que la gente piensa que reporta el bien ambiental, independientemente de las funciones de equilibrio ecológico. Es una medida subjetiva y diverge de acuerdo a condiciones socioeconómicas. En estos métodos, el valor en el mercado por sustitución se utiliza cuando los atributos ambientales, pérdidas o ganancias, son contabilizados a través de sustitutos que si tienen precio en el mercado; mientras que en mercados experimentales, se simulo un mercado y son atribuidos valores hipotéticos a los bienes a través de encuestas.60 También se cuenta con el método de los precios hedónicos que identifica el valor de los componentes de un bien y que pueden ser separados para utilizarlos como precio de referencia.61

Las principales limitaciones que se identifican desde dentro de esa misma perspectiva teórica tienen que ver con la calidad y disponibilidad de la información,62 sin embargo, esta no es la única razón que pudiera volver vulnerable estas metodologías. El problema tiene que ver con mantener el rumbo del des arrollo económico,63 y esperar que los mercados vayan generando mecanismos de asignación más eficientes y regulen la escasez a través de los precios y como consecuencia la tecnología cumpla con su misión de reducción de costos y tiempo de circulación del capital.

Los objetivos de la valorización de bienes y servicios ambientales son: 1) reasignar los usos de los recursos naturales a fines que sean económicamente más beneficiosos respecto a la utilización que se ha hecho de ellos; y 2) identificar una posible compensación por las externalidades a los sujetos que las sufren.

El problema de la economización de la naturaleza es que no detiene la sobreexplotación ni los efectos colaterales que derivan de ella. Eso nos lleva a la antigua pregunta de si el crecimiento económico puede ser sostenible en un mundo natural finito. Cuestión que la Economía Ecológica ha criticado desde su origen. El problema no se limita a analizar si la economía no tiene que crecer, sino que la lógica de expansión del capital simplemente va a ir engullendo y transformando en mercancía todo lo que se convierta en una oportunidad de generar ganancias, aun a expensas de la posibilidad de la vida futura.

En el último siglo se ha visto un crecimiento constante de la población humana y del bienestar económico de sólo una parte de esa población.64 Ese crecimiento se ha alimentado del consumo de recursos naturales sin precedentes y ha generado enormes impactos ambientales que han puesto en peligro los sistemas básicos de soporte de la vida. La explotación comercial de la naturaleza no considera los elementos en el ecosistema y, a pesar de que se realicen Manifiestos de Impacto Ambiental,65 los impactos se analizan de forma parcial, no consideran a los ecosistemas de forma integral. La extracción de ciertos recursos o la adición de una cantidad excesiva he otros puede alteras todo el equilibrio del ecosistema, con consecuencias imprevistas.66 La comprensión de los ecosistemas es incompleta, hay incertidumbre sobre cómo se ven afectados por los diferentes usos y su capacidad de proporcionar servicios y recursos en el largo plazo una vez que han sido modificados.

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Conclusiones

De lo que trata la Economía Ambiental no es nada nuevo, la posibilidad de que en el capitalismo existan cada vez más elementos de la naturaleza susceptibles de ser privatizados es una característica que ha tenido este modo de producción a lo largo de su historia. Marx lo vivió como experiencia inicial que motivo su interés en cuestiones económicas. Lo que propone la Economía Ambiental es sumamente peligroso para la existencia humana: llevar a su máxima capacidad de expansión del capitalismo, a la última frontera de apropiación de la vida en el planeta. Las implicaciones para la humanidad ya las estamos observando, a través del incremento de los fenómenos meteorológicos generados por el aceleramiento del cambio climático, los desplazados ambientales y la privatización de los recursos naturales vitales.

Los diversos escenarios que se presentan como condiciones futuras, una vez que la humanidad ha modificado los equilibrios naturales del planeta, son todos catastróficos. Y se vislumbran peores en la medida que se reconoce a la humanidad en un proceso de alienación continuo y constante que impide ver hacía donde vamos. En la Economía Ambiental no existe nada que pueda representar esperanzas para proteger nuestras condiciones orgánicas de vida. Lo único que existe es la explicación de los mecanismos a través de los cuales, toda la naturaleza se cosifica y se hace de ella una mercancía para quien pueda pagarla en el mercado. El dinero, es lo único que tiene valor para una sociedad alienada que no puede ver la esencia de las cosas que produce y que consume, no puede ver ni las relaciones sociales de explotación, ni puede ver a la naturaleza como fuente tanto de la vida como de lo inerte

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NOTAS:

1 IPCC, Cambio climático 2014: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático / Equipo principal de redacción, R.K. Pachauri y L.A. Meyer (eds.)]. IPCC, Ginebra, Suiza. 2014.
2 WWF, Informe del planeta vivo. Biodiversidad, biocapacidad y propuestas de futuro, 2012.
3 H. Paul, H. Ernsting, E. Semino, S. Gura y A. Lorch. “Agricultura y Cambio Climático: Problemas Reales, soluciones falsas” en Informe preliminar por Econexus, Biofuelwatch, Grupo de reflexión Rural y NOAH —Amigos de la Tierra, Dinamarca. 2009. Disponible en:
http://www.econexus.info/sites/econexus/files/Agricultura%20y%20Cambio%20Climatico%20sumario.pdf
4 Disponible en: http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=33888#.WkRVolXibIU
5 Consultable en: https://www.boell.de/en/2016/10/31/morocco-must-breathe-life-paris-agreement
6 D. Loewe. 2014. “Refugiados climáticos: ¿quién debe cargar con los costos?” en REMHU- Revista Interdisciplinar daMobilidade Humana. Vol. 22 No. 23, p. 169-187. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/remhu/v22n43/v22n43a11.pdf
7 La biocapacidad cuantifica la capacidad de la naturaleza para producir recursos renovables, proporcionar tierra para construir y ofrecer servicios de absorción como el de la captura de carbono. La biocapacidad actúa como un punto de referencia ecológico con el que se puede comparar la huella ecológica. WWF, op. cit., p. 38.
8 WWF, ibíd.
9 Es un concepto que utiliza la economía ecológica para “analizar las demandas humanas sobre la biosfera comparando el consumo de la humanidad con la capacidad regenerativa de la tierra o biocapacidad, se realiza calculando el área requerida para producir los recursos que consumo la gente, el área ocupada por infraestructura y el área de bosque que se necesita para secuestrar el CO2 que no es absorbido por los océanos”, WWF, op. cit., p. 36.
10 A. C. Pigou, “Producto neto marginal social y producto neto marginal privado: Definiciones” en F. Aguilera y V. Alcantara (Comp.) De la economía ambiental a la economía ecológica, Icaria, Barcelona, 2005.
11 R. H. Coase, “El problema del coste social” en en F. Aguilera y V. Alcantara, op. cit.
12 M. Y. Chang, “Economía ambiental” en Guillermo Foladori y Naína Pierri (Coords) ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable, Miguel Ángel Porrúa y Universidad Autónoma de Zacatecas, México, 2005
13 J. B. Foster, La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, pp. 111-112. Ed. El viejo topo, España, 2000
14 B. Field, Economía Ambiental, Mac Graw Hill, España, 2003
15 F. Aguilera y V. Alcantara, op. cit.
16 F. Aguilera y V. Alcantara, op. cit.
17 J. Lobera, “Insostenibilidad: aproximación al conflicto socioecológico”, Revista CST 11(4), 2008, pp. 53-80.
18 J. B. Foster, op. cit.
19 Marx, Early Writings, en Foster, op. cit., 2000 p.124
20 C. Pigou, op. cit., p. 63
21 K. Marx, Manifiesto del Partido Comunista. México: Centro de Estudios Socialistas de Carlos Marx, 2011.
22 A. Vengoechea, Las cumbres de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, Friedrich Ebert Stiftung. Colombia. 2012. Disponible en: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/la-energiayclima/09155.pdf
23 Disponible en: http://www.foronuclear.org/es/newsletters/junio-2017/123084-las-emisiones-de-co2-en-el-mundo-en-un-informe-de-la-fundacion-empresa-y-clima
24 Disponible en: http://deres.org.uy/wp-content/uploads/GRR17_Executive_Summary_Spanish.pdf
25 R. Coase, op. cit., p. 90
26 W. Pengue, Fundamentos de Economía ecológica. Bases teóricas e instrumentos para la resolución de los conflictos sociedad naturaleza, Kaicron, Buenos Aires, 2009.
27 K. Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política, p. 88. Ed. Siglo XXI. México, 1980
28 Millennium Ecosystem Assessment, Ecosystems and Human Well-Being, Synthesis, Island Press, Washington D. C., 2005.
29 W. Pengue, op. cit., p. 206.
30Millennium Ecosystem Assessment”, op. cit. , p. 1.
31 B. Foster, op. cit.
32 K. Marx, op. cit., p. 30.
33 J. B. Foster, op. cit.
34 K. Marx, op. cit..
35 K. Marx, Manuscritos: Economía y Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 180.
36 K. Marx, op.cit, 1980, p 130.
37 K. Marx, Progreso técnico y desarrollo capitalista (manuscritos 18611863), Ediciones pasado y presente, México, 1982, p. 190.
38 L. Arizmendi, El Capital ante la crisis epocal del capitalismo, IPN, México, 2017, p. 155.
39 F. Mascaro, «Revolución y (crítica del) progreso: la actualidad ecosocialista de Walter Benjamin» en Revista Herramienta, Lecturas sobre Marxismo Ecológico, Panamá. 2013, p. 28. Disponible en: http://www.herramienta.com.ar
40 R. García, T. Nario y R. Pérez-Reyes, «Valorización de externalidades y recomposición del parque óptimo de generación eléctrica», Documento de trabajo No. 28, Oficina de Estudios Económicos, Perú, 2011.
41 P. Arrojo, “El valor económico del agua” Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.° 45-46, p. 145-167. 1999
42 E. Barbier, M. C. Acreman, y D. Knowler, Valoración económica de los humedales – Guía para decisores y planificadores, Oficina de la Convención de Ramsar, Gland, Suiza, 1997.
43 M. Livermore, «Análisis costo beneficio de las políticas medioambientales en países en desarrollo» en Estudios Públicos no. 117, 2010, p. 21-85. Disponible en: https://www.cepchile.cl/cep/site/artic/20160304/asocfile/20160304095209/rev117_livermore.pdf
44 K. Kosik, Dialéctica de lo concreto, p. 11. Ed. Grijalbo, México, 1965
45 W. Pengue, op. cit.
46 K. Marx, El Capital. Libro Primero, Volumen 1, Sección I, p. 87. Ed. Siglo XXI, México, 2001
47 W. Pengue, op. cit.
48 D. Tomasini, “Valoración económica del ambiente”, en L. Giuffre (Coord.) Impacto ambiental en agrosistemas, p. 113-140. Facultad de Agronomía, Argentina, 2001
49 J. M. Fernández, op. cit., p. 66.
50 P. Gasper, «Capitalismo y alienación», Rebelión, 2011. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=120707
51 D. W. Pearce y R. K. Turner, Economics of natural resources and the environment, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1990.
52 J. M. Fernández, op. cit.
53 E. Fromm, El Miedo a la Libertad, p. 166. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2005
54 K. Kosik, op. cit., p. 7.
55 S. C. Littlechild, «The problema of social cost» Louis M. Spadaro (Ed.) New direction in Austrian economics, USA: Sheed Andrews and Mcmeel, Inc., 1978, p. 82.
56 J. Martínrz-Alier. El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Icaria, Barcelona, 2005.
57 D. W. Pearce y R. K. Turne, op. cit.
58 Ibíd. p. 126.
59 Ibíd.
60 M. Y. Chang, op. cit., p. 185.
61 J. Martínez Alier, Economía Ecológica y Política Ambiental, FCE, México, 2003.
62 A. Haro-Martínez, e I. Taddei-Bringas, “Sustentabilidad y economía: la controversia de la valoración ambiental Economía”, Sociedad y Territorio, vol. XIV, núm. 46, septiembre-diciembre, 2014, pp. 743-767.
63 H. Daly y K. Townsend, (Eds) Valuing the earth. Economics, ecology, ethics, Massachusetts Institute of Technology, USA, 1993.
64 J. Stiglitz, El precio de la desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita, Taurus, 2012.
65 Los Manifiestos de Impacto Ambiental son instrumentos que comprenden la aplicación de una serie de metodologías, que pueden ser cuantitativas o cualitativas, para identificar y valorar los impactos en cuanto a su magnitud, reversibilidad y otras variables, para después corregir los impactos que crea el proyecto mediante medidas de control de la contaminación, remediación de la perdida de flora o fauna, entre otros.
66 F. Aguilera y V. Alcantara, op. cit.

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BIBLIOGRAFÍA

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